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Sobre la función educativa del museo universitario: ¿guiar, complementar, reforzar, construir…?

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El astrónomo Román Vera Valdarenas, encargado de las visitas educativas del Museo del Observatorio Astronómico (MOA), nos lleva por las diversas actividades diseñadas para el público infanto-juvenil. ¿Cómo responder a esta particular demanda desde una perspectiva educativa que no canse al público ya en proceso de escolarización? ¿El museo más la escuela, el museo como escuela, el museo vs la escuela?

Hay una viñeta del historietista Tom Gauld en la que se ve a una niña con sus padres y a una mujer adulta con sus padres recibiendo la misma amonestación por parte de una figura de autoridad: en el primer caso, es el profesor de primaria que le muestra una calificación baja en una tarea, en el segundo, una autoridad en astronomía que le entrega una medalla. Ambos dicen lo mismo: «Esto es por haber pasado tanto tiempo mirando hacia el espacio.»

Me acerqué al MOA con esta problematización sobre el modo de reconocer y fortalecer a las vocaciones científicas, sea desde la escuela o desde el museo (su misión institucional, según su sitio web). También me interesaba conocer las estrategias para cumplir con la función educativa en los públicos infantiles y juveniles, que están en edad de escolarización obligatoria y, por lo tanto, podrían percibir este acercamiento como una carga educativa más. Román Vera Valdaneras coordina las visitas escolares, es astrónomo, tiene un podcast sobre astronomía, y aceptó a
reunirse con nosotros en la vera de un viaje muy especial: acompañó a la delegación argentina en la 15° Olimpiada Latinoamericana de Astronomía y Astronáutica.

– Precisamente me interesaba saber cómo se cumplía este objetivo institucional de reforzamiento o estímulo a las vocaciones científicas, y esto parece ser muy claro…
– Y sí, pasa. Muchas veces ha pasado que mucha gente que participa en las Olimpiadas, después, no todos estudian astronomía, pero sí van a carreras de tipo científicas, ingeniería, física, y astronomía también. Hemos tenido gente que participó acá que ahora está estudiando astronomía.

El museo recibe visitas de escuelas y del público en general. Éste último ya está interesado, pero «por ahí, en la escuela, a algunos les gusta y a otros no, pero bueno, nosotros tratamos de hacer una experiencia que sea entretenida para ellos», señala. Se recibe a escuelas cuatro días a la semana en dos turnos: de lunes a jueves a 19:30hs y a 21hs de abril a septiembre, y a partir de octubre a 18:30hs y a 20hs., debido a que se sigue el horario en que oscurece para hacer observaciones astronómicas. La visita tiene tres partes. Primero, se recibe al grupo escolar en el auditorio donde se les da una charla con diapositivas tipo multimedia de orden conceptual sobre el universo. Luego, se hace el recorrido por el museo contando la historia del OAC, haciendo foco en el funcionamiento de los instrumentos vinculados al establecimiento de la hora oficial en Argentina, algo que se hacía desde Córdoba en 1884. El pozo de los relojes suele ser lo que más llama la atención, por eso «esa es una de las partes más lindas, porque no es tan común para los chicos.» Por último, suben a la planta alta donde están los telescopios más grandes, se empieza por el astrográfico que vino desde París para cumplir con el proyecto internacional Carte du Ciel (1900) con el objetivo de cartografiar el cielo en su totalidad, y se termina con el telescopio ecuatorial que se utiliza para observaciones con el público, de la luna, algún planeta o grupo de estrellas, de acuerdo a la época del año o fase de la luna. Por supuesto, todo depende del clima.

– ¿Qué diferencia hay entre las visitas para niños y para adolescentes?
– Depende de los guías, ellos se van adecuando a cada grupo. Atendemos también a jardines de infantes acá, a ellos no les podemos dar una charla sobre los planetas, porque después de 5 minutos ya no te prestan atención, entonces, tenemos algunos videitos interactivos que explican algo de los planetas, o con dibujos animados. O los hacemos jugar con las escalas de la Tierra y la Luna en escala. Les decimos que si la Tierra tendría ese tamaño, la Luna tendría este otro, y estarían a esta distancia, les damos la Luna y les pedimos que se alejen…

– ¿Para que aprendan con el cuerpo, con los sentidos…?
– Claro. Hay como 30 Tierras entre la Tierra y la Luna, entonces es bastante. Con las maquetas que tenemos nos queda todo el pasillo del OAC como escala, eso por ahí está bueno. Si no, hacerles algún otro juego. Les damos una hojita con un dibujito para pintar de algún objeto astronómico. Pero si, las charlas para los más chiquitos tienen que ser diferentes porque si no los perdés. Y el museo también, porque no les podés contar la historia del museo con detalles de nombres y fechas. La visita para los chiquitos es más interactiva, se centraliza en los instrumentos. El nivel de la charla cambia de primaria y secundaria, se agregan cosas. Al primario solo le damos sistema solar, y al secundario se le agregan galaxias, nebulosas, algo más completo o más complejo. Tenemos de todas las edades: vienen escuelas de adultos, profesorados, universitarios como grupos educativos.

– Hace poco hicieron un acuerdo para retomar las pasantías escolares, tengo entendido que ya tuvieron experiencia previa a la pandemia. ¿De qué se trata? ¿Es un espacio de formación?
– Yo no estoy a cargo de pasantías, pero he participado en la parte de atención de visitas. Vienen de una escuela secundaria, del último año, y son pasantías no rentadas pero de capacitación. Este año duraron 2 semanas. Tal vez es mucho tiempo, la escuela organiza eso y nosotros nos adecuamos. Se les dan charlas de astronomía más científica, más académica, y también se les hace participar de otras actividades en la biblioteca, atención de visitas, el observatorio de Bosque Alegre porque allá también atendemos visitas de escuelas y público en general. Se les cuenta un poco más en detalle con respecto a esas cosas.

– Pero ¿ellos están a cargo de las visitas?
– No sé si este año se les hizo atender visitas, me parece que no. Volviendo al tema de las Olimpiadas, la Nacional tiene una parte destinada a chicos y chicas con discapacidad mental, es la Olimpiada Especial. Se les da un tema de investigación, y tienen que presentar trabajos más que nada artísticos y se evalúa el conocimiento y el estudio sobre el tema. (…) Algunos años, tuvimos pasantías rentadas para estos chicos, que sí atendían visitas. Venían los viernes y sábados para el público en general, no para las escuelas, estaban con los y las guías, y por ahí se animaban a contar
algo, del museo o de la visita. Eso estuvo lindo, pero hace un par de años que no se hace, creo que después de la pandemia.

– Me llamó la atención de que uno de los objetivos para coordinar las pasantías era fortalecer vocaciones científicas y también como salida laboral. ¿Cómo funciona eso?
– No siempre pasa que quienes se inscriben a las pasantías quieren seguir la astronomía como carrera. Tal vez sí en 2 de 6 que se inscriben. Los llevamos a la facultad, les contamos cómo es, qué materias tienen, se hace toda una introducción. Y bueno, cuando participan de las clases, ven de qué se trata. Por ahí se romantiza mucho la astronomía, uno dice sí, la astronomía, ¡vamos a mirar la luna!, y no, después te encontrás con las matemáticas y la física. Hay que decir esas cosas antes.

También se pueden hacer aportes al campo científico desde la astronomía aficionada. Por ejemplo, el Grupo de Astrometría y Fotometría que, durante la Noche de los Museos, ayudan a descomprimir el flujo del público emplazando sus telescopios en el parque del OAC.

Finalmente, hablamos sobre lo excepcionales que el interés de la comunidad por los fenómenos astronómicos, como la disposición del museo a mantenerse abierto al público. Me contó que hay registros de visitas escolares de 1940 (incluyo fotografías recuperadas por el historiador Santiago Paloantonio) y que, para la celebración del 250 aniversario del OAC, también se aliaron al Centro Vecinal del barrio. La posibilidad de «mirar por el telescopio ya te cambia. Ver la luna, que la ves todos los días, pero que se vean los cráteres, las sombras, es una experiencia que, para una persona que la ve por primera vez es una locura. Y si sos chiquito o chiquita eso sí te abre», concluyó.

Por Alejandra Meriles (Practicante Facultad de Ciencias de la Comunicación UNC)

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