A partir de una recorrida por las actividades propuestas para la Noche de los Museos 2023, reflexionamos sobre la presencia de la mujer en el Observatorio Astronómico de Córdoba (OAC) y su Museo (MOA).
–Ahora yo también voy a estudiar –les dijo un padre joven a las tres niñas que lo acompañaban, antes de que iniciara la charla programada en la Noche de los Museos. Ellas se sentaron en el piso de madera, y prestaron atención durante cinco minutos, pero la exposición duró cinco más.
Quizás la Noche de los Museos sea la ilustración local más cercana a las experiencias obreras relatadas por Jacques Rancière en La noche de los proletarios. Archivos del sueño obrero (1981): instalando un horario excepcional complementario al de la jornada laboral típica, se estimula el acceso a la cultura y la ciencia en los museos.
En el caso del Observatorio y su Museo, las visitas habitualmente suelen realizarse cuando oscurece, por lo que el horario no es una novedad. Sí lo es el habilitar el parque para exploraciones guiadas del patrimonio arquitectónico y para ocuparlo con una feria de experimentos de física (coordinada por Secretaría de Extensión de FAMAF), el plantado de telescopios (a cargo del Grupo de Astrometría y Fotometría), y una experiencia de demostración de las leyes de la gravedad. Todas estas actividades en simultánea repetición. La oferta de actividades del evento es diversa, centrándose principalmente en las infancias y las familias.
Aprendizaje continuo
Asistí a esta edición del evento con algunos hilos para empezar a tejer la presencia femenina. Había tenido la oportunidad de ir durante el aniversario de la fundación del OAC en octubre, al estreno del documental Visionario Cósmico sobre la vida de Charles Perrine, su director de 1909 a 1936. No sólo descubrí que había estimulado el nacimiento de la disciplina astrofísica en Argentina a partir de la cuidada e ingeniosa construcción de nuevos instrumentos, sino que también había alterado a la institución al aceptar a dos de las primeras astrónomas recibidas en Estados Unidos. Anna Glancy y Emma Waterman habían solicitado empleo desde allá, fueron aceptadas y se instalaron en Córdoba; Emma volvió a su tierra pronto, en tanto que Anna continuó investigando y enseñando aquí durante 8 años.
Como el 30 de octubre fue el día de la materia oscura, descubrimiento realizado por la astrónoma Vera C. Rubin en los ’60, decidí empezar el recorrido por una charla sobre el telescopio que lleva su nombre. En la sala de la presentación, presencié la escena que mencioné al inicio. Si me quedaba alguna duda de la eficacia del simple «predicar con el ejemplo», aquí se disolvió. Las niñas prestaron atención y hasta hicieron preguntas al finalizar, pero también necesitaban moverse y contagiaron de movimiento hasta a su papá. Esto no afectó al expositor quien, probablemente acostumbrado a estos percances, logró cerrar y dar lugar a la siguiente actividad (ahora sí, lúdica) con éxito.
En una salita anexa, se exponía una línea del tiempo de cosmólogos/as y astrónomos/as , diseñada a partir de la Biographical Encyclopedia of Astronomers de Thomas Hockey y otros. El listado se compone de 1600 entradas, inicia en 800 a.C. con Homero y termina en 1917. En el panel contiguo se exponían astrofotografías tomadas desde distintas localidades de Córdoba, para apreciar su detalle habían enganchado una lente de aumento al tablero. Tomé la lupa y la apoyé en la lista, me mareé un poco buscando detectar los nombres femeninos mencionados.
La siguiente posta fueron dos charlas en el anfiteatro: «Galaxias en el infrarrojo» por María Paz Agüero y «Mujeres en el OAC» por Victoria Torres. Se acercaba la medianoche y el público empezó a disminuir. La primera me convenció de que la mejor compañía de un/a astrónomo/a es su instrumento, y la segunda complementó lo que había escuchado y visto en el documental sobre Perrine. Tomando al libro Córdoba estelar de E. Minniti y S. Paolantonio como fuente, Victoria presentó los perfiles de las primeras mujeres que trabajaron en el OAC: esposas de los astrónomos, algunas con formación docente, pero que sólo figuraban como colaboradoras ad honorem. Recién en 1913 con Anna y Emma empezaron las contrataciones a mujeres astrónomas, aunque su sueldo era considerablemente menor al de sus pares varones.
Entre nuestras connacionales, fueron resaltadas dos astrónomas: Elsa Gutiérrez de Rodríguez Pardina y Miriani Pastoriza. Elsa egresó de la UNLP y vino a desarrollar un tópico innovador: «la mecánica celeste», durante los ’70. Miriani fue la primera astrónoma recibida en la UNC, como profesora fue cesanteada y perseguida por la Junta Militar, y tuvo que exiliarse en Brasil, donde trabajó e impulsó iniciativas como el programa nacional Niñas en la Ciencia y la Asociación Latinoamericana de Mujeres Astrónomas.
«Lo nuestro» como barrera y posibilidad
Así es como se cierra el círculo. El telescopio Vera C. Rubin va a ser el más potente del mundo, cuando se finalice su construcción en el desierto de Atacama (Chile). Va a mapear zonas del cielo con tal detalle que difícilmente logremos hacer uso de toda esa información con los recursos humanos y técnicos actuales. Convertir esas imágenes en datos y luego en conocimiento, va a ser la tarea de las próximas generaciones. «Por eso nos tienen que ayudar», les dijo el expositor a las niñas que lo estaban escuchando.
Si bien un tercio de egresados/as en astronomía en el país son mujeres, su presencia en posiciones jerárquicas es mucho menor. Por ejemplo, en 151 años, hubo una directora y una vice-directora del MOA, Mercedes Gómez y Andrea Ahumada respectivamente asumieron en 2021, coincidiendo con la gestión de Celeste Saulo como primera directora del Museo Meteorológico Nacional (una institución hermana también fundada por Benjamin Gould en 1872 en Córdoba).
Con este breve tejido de referencias, nombres y esfuerzos de la institución por mostrar la presencia de la mujer en su historia, consideramos que contribuimos a la representatividad de género que anima al fortalecimiento de las vocaciones científicas en niñas y mujeres. La explicitación clara e informada sirve para disipar esos espacios vacíos, esas oscuridades que, como en las observaciones astronómicas, en realidad guardan existencias que con nuestros ojos desnudos no podemos ver. Continuamente, necesitamos mejorar nuestros instrumentos.
-Cómo se llama… Tiene un nombre el agujero negro de nosotros?
-Sagitario A.
Pregunta de un niño a la astrónoma María Paz Agüero en la Noche de los Museos.